Pero él en silencio te deja que te desahogues, que grites y hasta que te enojes, pero después cuando te cansas de llorar y sollozando te calmas, él te toma y te coloca en sus brazos (como lo hizo siempre), te abraza y te dice al oído que te espera, que desea llevarse esa sucia mancha que afea tu vestido, que te ama, que quiere otra vez ser tu brújula, que desea que entres, que todos esperan por ti en casa, que regreses,….
Pero sabes no lo escuchas porque tienes unos audífonos puestos a todo volumen y con esos lentes oscuros que tienes ni siquiera eres capaz de percibir que él nunca se alejo de ti, siempre estuvo ahí, siempre te cuido y cuando sentías frío él quería que voltearas y tomaras el abrigo que él te estaba pasando, pero no le miraste y le dejaste y seguiste corriendo sin rumbo, te centraste en ti y nunca le bajaste al volumen de tu Ipod, pero sabes él como aquel padre te espera con los brazos abiertos dispuesto a decir “Póngale la mejor ropa, el mejor calzado, las joyas mas hermosas, preparen la mejor comida, tendremos fiesta, porque mi hijo que había muerto, ahora vive” (Lucas 15:23-24)
Apaga tu música y empieza a escuchar la dulce melodía de la voz de Dios Susurrándote al oído…….
T E A M O
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